Dar el corazón a la vida

La polución propagandística no favorece la paz soñada, que brota, como fruto maduro, de los caminos auténticos de la vida. Nuestro mundo actual rebosa de estímulos engañosos, que golpean dolorosamente a los incautos y engañan hasta a los bien intencionados. Seduce a las personas con el espejismo de quimeras inconsistentes y de dudoso contenido. Las desvía del centro dinámico de su interioridad y las sacia con bocados azucarados de escaso valor alimenticio. Y la persona, lejos de encontrarse con los anhelos profundos de su mundo más verdadero, se pierde en las arenas movedizas y atormentadas de su propio yo.
Allí, ávidamente, goza de los dividendos fáciles de conquistas deslumbrantes, pero acaba arrastrándose y haciéndose sorda a las llamadas más íntimas que le vienen de su mundo más hondo. En vez de responder a ellas y de vivir lo que es, se contenta con la careta que le hace tan sólo parecer que es. Vive pendiente de la última moda, vagabundeando, sin una orientación personalizada, sin un compromiso engrandecedor, esclavizada por las propagandas consumistas que sólo la satisfacen por el momento, sin darle un rumbo claro y seguro.
Pero nosotros somos realmente más, mucho más que esas lentejuelas con que el mundo nos reviste. Deseamos más, mucho más que esta posición social a que nos aferramos y que se nos reconoce. Somos un reino infinitamente rico y divinamente fascinante, que todavía está por conquistar. Para ello es preciso armarse de coraje y atreverse a ser grande, enfrentándose con las mentiras tentadoras que impiden el acceso a la intimidad del corazón.
Y, principalmente, es preciso darle el corazón a la vida, en vez de pretender el corazón de ella. Fuimos hechos y existimos, no para aprisionar corazones, sino para liberar el nuestro.
Bernard Shaw dijo, en cierta ocasión, que todos somos reyes, con la desgracia de que vivimos fuera de nuestro reino. Porque no somos dueños de nuestro corazón, no podemos dárselo a nadie. Y ésta es la más trágica de las pobrezas y la más lamentable de las desgracias.

Tenlo en cuenta

Es la sintonía consciente que tú creas con tu propia
Esencia Interna la que atrae y manifiesta el sincronismo
en tu vida.

Haz un instante de silencio para crear una conexión
consciente con tu Esencia Interna, de modo que
puedas ver con mayor amplitud el todo de una
cuestión. Tu verdadera realidad es esa Esencia,
que en este libro llamamos "Alma".

Visualiza, o escribe, o di en voz alta la pregunta
o situación que quieres enfocar y para la cual
quieres obtener claridad en cuanto a la actitud a
ser tomada. Abre tu corazón y tu mente para recibirla.

Simplemente Actitud

Podemos manifestar actitudes a través de los
pensamientos, de los sentimientos, del cuerpo y
de las palabras. Toda actitud pide una forma de
acción visible o invisible. Esa acción nos coloca
en el proceso de invocar y vivenciar las cualidades
esenciales q u e q u e r emo s imp r imi r e n
n u e s t r a v i da. Cuando intelectualmente
comprendemos algo, es necesario que anclemos
en el corazón esa comprensión y la
transformemos en una actitud que estamos
dispuestos a asumir.
Son infinitas las maneras como podemos actuar, y
toda acción implica una elección que se refleja
inmediatamente en el ambiente donde vivimos.
Cuando podemos estar atentos al modo como
actuaremos, nuestros actos se revestirán de las
actitudes que elegimos asumir y creamos una red
luminosa y sincrónica de calidad que lleva
todo a fluir en sintonía con nuestras elecciones.
Así, actitudes consciente y amorosamente
asumidas son la clave para vivir en sintonía con
nuestra verdadera Esencia. Responder, aquí y
ahora con el gesto, la palabra, el sentimiento o el
pensamiento correctos y apropiados es la dádiva
más plena que podemos acoger en el centro de
nuestro Ser.
En toda la Naturaleza, miríadas de seres
invisibles están haciendo una profunda
interacción energética para que nuestros
sentidos sientan la realidad multicolor y
multifacética que nos rodea. Nosotros, Seres
Humanos, somos una parte muy importante de
un todo vibrante e integrado en muchas
dimensiones de vida y conciencia. La calidad
de vida en ese "todo" depende mucho de
las actitudes que decidimos vivir.
Cuando una flor se abre en te floresta y
un colibrí viene a libar su néctar, es posible
intuir la pr e s enc i a de l a a l egr í a en l a
vulne r abi l idad de la flor que se abre y se
entrega al beso del pájaro. Sus actitudes son
orgánicas y reflejan la dádiva de la preciosa
y equilibrada sincronía que une a todo en la
Naturaleza.
El Ser Humano es el único que puede elegir
conscientemente la dirección de sus acciones,
tornando visibles las intenciones de su
Esencia Divina y, a través de sus actitudes,
demostrar el valor de sus palabras, el poder
de sus pensa mientos y el calor de sus
sentimientos en todo lo que realiza.
Cuando realizamos toda y cualquier acción,
sea sencillamente pensando, sintiendo o actuando
concretamente (teniendo presente que "no
ac tuar" en la hora y el momento correctos
es una forma de acción), conscientes de la
correcta actitud para cada momento,
creamos una abertura hacia las dimensiones
más profundas en nuestro Ser, donde tenemos
acceso al Amor y a la Sabiduría sin límites.
La calidad presente en nuestra conciencia
cuando asumimos actitudes es lo que
determina el campo vibratorio y sensible
donde vamos a actuar y vivir la plenitud de
ser, simultáneamente, humanos y divinos.